viernes, 13 de enero de 2012

Un clásico entre modernos, homenaje a Bob Anderson.

Falleció el 1 de enero del presente año el esgrimista (Juegos Olímpicos de 1952) Bob Anderson, a la edad de 89 años. Doble en escenas de duelo, preparador de actores para lucha a espada y coreógrafo de algunas de las secuencias más conocidas de la historia del cine, el trabajo de este hombre ha hecho vibrar a generaciones de espectadores en sus butacas y ha dotado de una factura clásica y distintiva algunos de los más modernos duelos que hemos visto en la pantalla. Los duelos de mi vida han sido los protagonizados por Errol Flynn, Gene Kelly o Stewart Granger en películas como Robin de los bosques, los Tres Mosqueteros o Scaramouche. El estilo de Bob Anderson en producciones posteriores me hizo sentir en algunas de las realizaciones más modernas que volvía a contemplar mis añoradas y trepidantes escenas de acción clásicas, que poco o nada tenían que envidiar a las anteriormente mencionadas.

Inicio el homenaje con una de las secuencias que a priori no está entre mis favoritas, pero que sí ha marcado un hito en la historia del cine, citado, emulado y parodiado en decenas de ocasiones. La lucha entre Darth Vader y Luke Skywalker en Star Wars, el Imperio contraataca (1977), rezuma veracidad y contundencia en un combate de ciencia ficción. El hecho de descubrir a efectos de guión una de las mayores revelaciones de la historia (a saber, la paternidad de Darth Vader sobre Luke) ha consagrado esta escena a la posteridad. El mismo Bob Anderson es aquí quien se enfunda la negra máscara para realizar la escena.



En La princesa prometida (1987) asistimos con la espectación heróica que todo niño lleva dentro al duelo entre el pirata Roberts e Íñigo Montoya, personaje este último que logró mayor carisma gracias en parte a su mayor virtud, el magistral manejo de la espada, así como a una interesante historia de venganza por la muerte de su padre que representa su verdadero clímax final. Merced a que ambos comienzan la lucha simulando ser zurdos y a los diversos alardes de esgrima y acrobacias que sabiamente dosifican la acción in crescendo para llegar a la conclusión del combate, éste se merece la distinción de ser una de las mejores escenas de esgrima que pueden verse en la pantallla.


La máscara del Zorro (1998) supuso una sorpresa para mí dentro del deprimente mundo del cine de aventuras de la época (y que por desgracia sigue así). La película retoma un sentido clásico de la acción que jamás debió cambiar hacia el mundo del videoclip y excentricidades manieristas varias de más que dudoso gusto en la actualidad. Las escenas de esgrima, como la presente, son un alarde no ya del manejo de la espada, sino de coreografía y dirección en una especie de baile que mantiene los ojos del espectador pegados a la imagen.


Otra de las gratas sorpresas vino fruto de la factoría de Disney y sus Piratas del Caribe: la maldición de la Perla Negra (2003). Una película basada en la atracción de Disney y que en principio poco o nada prometía se nos presentó como una realización plagada de recursos de realización, puestas en escena eficaces por irónicas (presentación de Jack Sparrow) y una mirada desde el humor a la historia que se planteaba, lo que dotó a esta cinta de la visión adulta necesaria para hacerla un producto más que atractivo. El duelo de espadas en la herrería combina con mucho talento la coreografía con la dirección y estas dos con los acertados acordes de la banda sonora, creando un ritmo seductor que nos devuelve de nuevo al más clásico estilo de capa y espada de la época dorada de Hollywood. El buen hacer de Bob Anderson no me cabe duda que influyó no poco en la consecución de estas escenas de acción.


Bob Anderson participó desde el año 1953 en más de treinta películas, iniciándose en el mundo cinematográfico como preparador del ahora mito Errol Flynn, y a él debemos algunas escenas que no he mentado en producciones como Los cañones de Navarone (1961), Los inmortales (1986), El Señor de los Anillos (2001) o Alatriste (2006).

En Facebook Peter Jackson le dedica estas palabras: "Es extraño, incluso dentro de la industria del cine, llegar a trabajar con una leyenda, lo cual me emocionó cuando Bob Anderson accedió a unirse al rodaje de El Señor de los Anillos como nuestro maestro de esgrima. En realidad, llevó un tiempo darme cuenta de que iba a trabajar con el mismo hombre que había ayudado a crear algunas de las mejores escenas de lucha de la historia del cine - desde Star Wars a La Princesa Prometida. Bob era un increíble espadachín y un profesor de talento; le recordaré como un hombre maravillosamente paciente, que poseía un tremendo sentido del humor. Fue un privilegio conocerle".

Un cordial saludo.


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