viernes, 6 de enero de 2012

Conspiración, de Robert Harris.






El argumento se centra en las tensiones políticas entre la facción optimate y la facción popular (o como el autor prefiere llamarla, populista) durante el consulado de Cicerón en el año 63 a. C. y años inmediatamente posteriores. Es decir, gran parte del libro se centra en la famosa conjuración de Catilina que todos hemos estudiado de adolescentes y que ahora a los críos sólo les suena como un nombre mal escrito. Ésta es la segunda parte de una trilogía que comenzó con Imperium. Así mismo Robert Harris es autor de novelas como Pompeya (casi llevada al cine por Roman Polanski) o Ghost, que causó una gran polémica política en el Reino Unido.

El estilo según el propio autor procura imitar las biografías de tradición helenística en la que no sólo aparecen hechos oficiales de grandes personajes, sino también escenas de su vida privada y opiniones. Pero la realidad es que la forma es ni más ni menos que de novela común de toda la vida por mucho que diga el autor, ya que de otra forma no hubiera logrado el éxito comercial. Eso sí, una novela comercial muy lograda y de gran mérito.

La trama, a través de la narración de un esclavo de Cicerón, plantea el conflicto, perpetuado durante toda la novela, entre el cónsul electo para ese año y las tensiones producidas por el bando popular, generalmente de corte ilegal cuando no descaradamente golpista, como en el caso de Lucio Sergio Catilina. La tensión dramática de la novela, aunque utiliza recursos de acción, suele ser oratoria, haciendo Harris un difícil y admirable ejercicio de comprensión, empatía y restitución de lo que habrían sido algunos de los discursos más memorables del gran orador en realidad, en contraposición a los que ha dejado escritos. Lejos de resultar una obra de erudición para unos pocos la narración integra magistralmente los conflictos planteados con la mayor virtud del protagonista: la oratoria. Crea de este modo una novela en la que, a pesar de que sabemos lo que ocurre exactamente, mantiene la intriga capítulo a capítulo, despertando el interés para leer el siguiente sin que pierda un momento de tensión, y haciendo en mi opinión un dificilísimo encaje de bolillos dada la temática. Parece ser que los lectores así lo han considerado también y se lo han recompensado.

Cayo Julio César.
La historia detrás de la Historia, o dicho de otro modo, la interpretación política y moral de los hechos acaecidos en la tardorrepública desde un punto de vista actual, es lo que más me ha interesado de la novela. Harris sorprende al retomar el tema de este apasionante período desde un punto de vista contrario a como se nos suele presentar generalmente. En otras novelas (vease la erudita y también admirable Colleen McCullough y su Primer hombre de Roma), se avala y justifica la acción anticonstitucional de la facción popular, con personajes como Mario o César, bajo los auspicios de un bien mayor, o de la máxima del "fin justifica los medios" para conseguir un gobierno absoluto y dictatorial. Sin embargo la perspectiva Harris vuelve a reivindicar el papel constitucional del orden republicano defendido por la facción senatorial (la alianza entre optimates y personajes como Cicerón, por ejemplo), para caricaturizar como malvados precisamente a personajes como César (en la novela malo malísimo). Pienso que aún no se ha realizado la gran novela que trate de un modo más desapasionado el choque económico y social que se produjo en la tardorrepública, y que conllevó la tensión y conflicto entre grupos sociales cuya solución jamás podría haber sido pareja a la forma institucional de la República pues el modelo económico de Roma se nutría de un Imperio. La gran masa de población sin recursos generada por ello así como un sistema imperial que no funcionaba provocaron casi dos siglos de guerras civiles (auspiciados por la reforma del ejército de Mario) en las que las facciones trataron de mantener sus privilegios a través del conservadurismo republicano (Catón el Joven) o bien adquirir nuevos privilegios (en este caso el poder absoluto) a través de la plebe (César). En definitiva Harris parece olvidarse un poco que si bien César desea el poder absoluto y contraviene cualquier legalidad para ello (cosa cierta), la facción optimate desea mantener sus privilegios a ultranza así se muera de hambre la mitad de la población romana. Ésto es lo que me hace pensar que la narración de Harris o peca de ingenua (cosa impensable) o bien es tendente a la defensa de un conservadurismo que traspasa la barrera de la literatura para preguntarse qué postura política actual tiene este hombre. El pasado de Harris como defensor del laborismo (a pesar de sus supuestas críticas al ex primer ministro Blair) parece contradecir esta última suposición, y sinceramente me mantiene en la duda. Quizá algún día lea algo sobre él que me lo aclare.

Lo peor de la novela: es muy difícil sacarle peros a este libro. Si acaso reiterar el caso omiso a los intereses patricios y descaradamente elitistas que protegían, para demonizar quizá excesivamente el papel de la facción popular. También debemos aducir que Harris no parece ser un genio en la empatía y motivaciones con los personajes. La novela se sostiene muy bien por pura maestría del ritmo narrativo a la hora de exponer y resolver conflictos, pero no por canales emocionales que nos expliquen y hagan identificarnos con el personaje.

Lo mejor de la novela: el ritmo narrativo y la tensión se mantiene soberbiamente a lo largo de toda la trama, algo realmente difícil si consideramos la mayor cualidad del protagonista: la palabra.

Conclusión: Si veo algún otro libro de Harris en las librerías o en la biblioteca lo adquiriré. Si les interesa la temática les recomiendo lo mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario