domingo, 4 de marzo de 2012

Muerte en el Nilo, de Agatha Christie.



El argumento arranca de la joven Linnet Ridgeway, una joven heredera cuya fortuna la sitúa como la persona más rica del Reino Unido, y cuya belleza deslumbra por doquier. Ambas cualidades la hacen una de las personas más afortunadas y envidiadas, algo que no evita que en cuanto conoce al prometido de su mejor amiga lo seduzca para acabar contrayendo matrimonio con él. Juntos iniciarán una luna de miel que en uno de sus destinos les transportará a las aguas del Nilo, en Egipto. Lo que se prometía como un viaje romántico y feliz pronto se convertirá en una pesadilla persecutoria en la que la joven anteriormente prometida con el actual marido de Linnet sigue de cerca todos sus pasos, atormentándoles, y en principio, dispuesta a todo con tal de vengarse. A bordo de la nave que descubre, en el plácido sueño eterno del Nilo, los encantos de su cultura milenaria, las idílicas aguas pronto se teñirán de tragedia a través de un horrible crimen. Sin embargo una de las mentes más privilegiadas de Europa se haya también, de vacaciones, en la nave: el detective Hércules Poirot.



Peter Ustinov como Poirot en la adaptación cinematográfica.
La trama de la novela comienza con una presentación formal de todos los personajes que formarán parte del drama, describiendo quien más quien menos las circunstancias que les rodean, para ayudar al lector a hacerse una idea cabal del motivo que pudieran tener cada uno de ellos para cometer un asesinato o no. Tras esta presentación es cuando de hecho comienza el desarrollo del libro en Egipto, pero no así el de la trama que aún presenta elementos de la introducción, pues es aquí donde observamos ya a los recién casados y el conflicto que se establece por la persecución delirante de la anterior prometida despechada. El crimen, que sucede hacia la mitad del volumen, será el detonante para el verdadero desarrollo de la historia: la investigación de Poirot y el análisis de cada uno de los pasajeros como posible ejecutor del asesinato. En principio una obra con muchas analogías con su anterior "Asesinato en el Orient Express", y sin duda exactamente con los mismo recursos que suele utilizar la autora para la generación y narración de sus detectivescas historias. Es decir, hasta aquí mecanicismo puro y duro, una de las claves de cualquier serie de novelas policíacas, si bien diverge de otras producciones en la inusitada longitud de la presentación de las circunstancias hasta la ejecución del hecho delictivo.

-Si ella sabe quién es el asesino, tiene dos caminos a elegir: decirnos la verdad o callarse y exigir dinero de la persona en cuestión. Pero no hace ninguna de las dos cosas.
   >>No dice prontamente: "No vi a nadie. Estaba dormida". Tampoco declara: "Sí, vi a alguien y era tal o cual persona". ¿A santo de qué usar ese embrollo de palabras significativas e indeterminadas? Parbleu, ¡no hay más que una sola razón! Ella está aludiendo al asesino, por tanto, el asesino debía estar presente en aquel momento.

Agatha Christie.
El lenguaje formal de Agatha Christie es correcto como siempre, pero sin ninguna floritura literaria. El estilo sobrio, subordinado siempre a la narración y su evolución, es altamente eficaz para el desarrollo de la intriga policíaca y, sobre todo, asequible para un amplio público. Uno de los secretos de un best-seller es no cargar las tintas con literatura de altura, sino mantener un tono al que todo el mundo pueda aspirar. Sin embargo en una narración con un tan cuidado plantel de personajes y circunstancias, en las que las páginas van creciendo con la construcción de la historia, y una ambientación en Egipto, requerían a mi modo de ver cierta grado de esfuerzo literario para transmitir algo más que la mera trama detectivesca, y que en la autora, como ya conocerán sus lectores, no se da. Pero todo lo que Agatha Christie pierde como literata de altos vuelos lo gana sobradamente con la contundente, racional, milimétrica y, por todo ello, espectacular narración medida al pulso de pistas y despistes, y del método hipotético deductivo que aquí plantea Poirot con la minuciosidad de una tesis en la que la teoría planteada se verifica o no, y por lo tanto que puede cambiar o no.

-Sí, esto es muy cierto. Esto es lo que algunas personas no quieren hacer. Conciben una hipótesis y quieren que todo encaje en ella. Si algún dato o pormenor no encaja en la hipótesis, lo rechazan. Pero siempre los hechos que no encajan son los significativos.


Lo peor de la novela: El estilo demasiado sobrio y sin ninguna concesión a una galería cuya ambientación milenaria hubiera sido necesaria en el marco de esta historia. Añado además que en mi humilde opinión, y siguiendo la "psicología" de Poirot, poco después del asesinato es bien predecible establecer la culpabilidad (una de las pocas veces que la abrumadora capacidad de la escritora no me ha sorprendido con el final). El método es sencillo: los hechos que rodean el crimen y el pensar quién puede tener mejor móvil lo hacen fácil. Por lo tanto, si se descubre al culpable antes de tiempo la novela policíaca pierde su función. Hemos de comentar que el hecho de la aparición de un joven marxista de tendencias ideológicas violentas no nos parece tanto una declaración de intenciones, como algún que otro crítico ha mencionado, como un recurso necesario en la trama y totalmente creíble en la época retratada. Sin lugar a dudas Agatha Christie es uno de los productos de determinada ideología, pero no es algo que le permita lastrar una obra detectivesca. Se llega a percibir el olor, pero no apesta en ningún momento.


Lo mejor de la novela: entretenida, racional, intrigante y tensa por momentos. Esas "células grises" que ejercita Poirot son el recorrido apasionante que realiza el lector al ritmo de una narración portentosamente hilvanada, de una sagacidad e inteligencia sorprendentes, y que harán las delicias de los amantes del género y de los bueno enigmas.

Conclusión: posiblemente más de un literato de altos vuelos preferiría perder un poco de su inspiración literaria para ganar en la habilidad narrativa, la contundencia efectista y, sobre todo, la casi increíble inteligencia que plasma en sus páginas Agatha Christie al escribir. Sin embargo no debemos obviar los defectos comentados anteriormente a la hora de valorar la obra.