lunes, 30 de enero de 2012

Eloísa está debajo de un almendro, de Enrique Jardiel Poncela






 "Lo vulgar es el ronquido, lo inverosímil el sueño. La humanidad ronca, pero el artista está en la obligación de hacerla soñar, o no es artista" 

                                                  (Enrique Jardiel Poncela)




Eloísa está debajo de un almendro, estrenada en 1940 en el Teatro de la Comedia de Madrid, es una de las obras más conocidas de Enrique Jardiel Poncela, y también una de las más divertidas y representadas. Hilarante, inverosímil, misteriosa y apasionada, no deja indiferente a nadie. 

La historia narra cómo Mariana y Fernando, dos jóvenes enamorados, se ven involucrados en un misterio familiar ocurrido años atrás. Sin embargo, los temas son muchos más, hilvanándose amor y locura, secretos y mentiras, y humor y razón –como veremos.

Escena de la película de Charles Chaplin, Monsier Verdoux
Jardiel Poncela para escribir la obra parte de una cédula inicial inspirada en el legendario Landrú, un asesino en serie de origen francés que, en el período de entreguerras, se hizo rico consolando a centenares de viudas a las que, tras robarles, mataba sibilinamente sin dejar rastro en su casa de Gambais. Años más tarde, en 1947, este peculiar personaje también servirá de moción a Charles Chaplin para componer su film Monsieur Verdoux

De este modo nuestro autor se plantea cómo el amor y la locura pueden ir de la mano provocando una atracción fatal, seductora e irreverente, en quienes se ven afectados por estos “males”. No en vano la locura es el eje central de la obra, usada como recurso humorístico en todo caso y contrapuesta a la razón de los personajes que se encuentran fuera del elenco protagonista (como Leoncio, que es el aspirante a ocupar el puesto de Fermín como criado en la casa de los Briones). Además, esta locura viene reforzada por una serie de misterios y secretos, de deseos inconfesables y fantásticas mentiras, que cautivan los demenciales corazones femeninos de la historia. Así, Mariana se enamora perdidamente de un enigmático Fernando y Clotilde (la tía de ésta) de Ezequiel (el tío de aquél) al que cree un fascinante asesino de mujeres.

Escenografía de la casa de la familia Briones (Ilustración de Francisco Solé)
Con todo, el relato da una vuelta más al tradicional humor “vulgar” de sainetes y entremeses y se enmarca en un nuevo estilo con voluntad de acogerse a lo inverosímil y lo extraordinario a través de una apariencia absurda y disparatada apoyada en juegos lingüísticos, ironías y parodias de las clases populares. Es, también, este punto de obligada mención, ya que las diferencias sociales suponen un hilo conductor de la obra (sobre todo en el prólogo), con el uso de refranes, piropos descabellados, pronunciaciones descuidadas y un sinfín de cómicas anécdotas llenas de chispa y de ingenio en boca de personajes de tercera, que se separan de la construcción de los dos pilares estructurales del contenido, fabricados a partir de las dos familias protagonistas (los Briones -que son los anfitriones del primer acto- y los Ojeda –que lo son del segundo-). Siguiendo con los rasgos característicos del nuevo humor de Jardiel Poncela, cabe decir que no sólo recurre al estilo, sino también al atrezzo y a la escenografía de la composición –porque no olvidemos que el texto tiene su fin puesto en la representación-. Así, se dan cita una serie de elementos decorativos dispares (como la casa de los Briones, dispuesta de un modo extravagante) que convive, en la puesta en escena, con unos personajes de caracteres similares (Práxedes y Fermín –los criados- ven contagiados sus comportamientos por el ambiente demente y de desorden reinantes en esa “casa de locos”). Al mismo tiempo, destacamos la importancia de las acotaciones y los apartes a nivel argumental y artístico, ya que, en buena medida, aportan una información abundante y precisa que enriquecen en detalles contextuales al lector (además, ayudan a la fiel reproducción en el escenario) y le auxilian en el entendimiento de los perfiles (tan fuera de lo común) de todos los personajes.  
Enrique Jardiel Poncela

Si bien, como sabemos, es raro el caso de quien no conozca esta obra (aunque sea de oídas), es preciso decir que sus coetáneos no la supieron valorar como se hizo pasado el tiempo y tuvo mala acogida en la época. Quizá no se debió entender como lo hacemos nosotros o quizá el sesgo con todo lo que se había hecho en comedia hasta entonces no ahondó lo suficiente en las críticas del público; sea cual fuese el motivo, en cualquier caso, su teatro desatendía el contexto social e histórico, y eso no gustó, pasándole factura a su autor en vida, aunque haya sido aplaudido y tildado de genio e innovador –como sucede muchas veces- después de su fallecimiento.

LO MEJOR

Sin duda, los gags, la construcción laberíntica de los sucesos, la forma lingüística de creación de humor, la claridad en la estructura a través de los tiempos y los espacios, el perfil cómico de los personajes y sus entornos, y el ritmo narrativo son las mayores bazas con las que cuenta la obra para ser alabada. Todo ello compone un estilo propio y nuevo, y proporciona la risa y el placer de estar atendiendo a un relato único y desternillante a cada momento.

LO PEOR

Cartel de la película de Rafael Gil
A tenor de lo dicho, pocas debilidades son consideradas significativas en esta obra; sin embargo, si bien es cierto que está adecuadamente compuesta y estructurada, quizá el final, demasiado impredecible, deja volar demasiado alto al lector/espectador y no le sugiere atisbos del sorprendente desenlace. Por eso desde el principio nos preguntamos quién es Eloísa y cuándo la veremos actuar, y ese momento, que nunca llega, impacienta y aturde al receptor.

ADAPTACIONES

Eloísa está debajo de un almendro (1943), dirigida por Rafael Gil.

CONCLUSIÓN

Rescatamos un clásico de obligada lectura o re-lectura para todos. Ameno, fresco y divertido, os hará disfrutar como nunca -o una vez más- de las bondades del teatro del absurdo.

FRAGMENTO

SEÑORA- Es lo que yo digo: que hay gente muy mala por el mundo...
AMIGO- Muy mala, señora Gregoria.
SEÑORA- Y que a perro flaco to son pulgas.
AMIGO- También.
MARIDO- Pero, al fin y al cabo, no hay mal que cien años dure, ¿no cree usté?
AMIGO- Eso, desde luego. Como que después de un día viene otro, y Dios aprieta, pero no ahoga.
MARIDO- ¡Ahí le duele! Claro que agua pasá no mueve molino, pero yo me asocié con el Melecio por aquello de que más ven cuatro ojos que dos y porque lo que uno no piensa se le ocurre al otro. Pero de casta le viene al galgo ser rabilargo: el padre de Melecio siempre ha sido de los de quítate tú pa ponerme yo, y de tal palo tal astilla, y genio y figura hasta la sepultura. Total: que el tal Melecio empezó a asomar la oreja, y yo a darme cuenta, porque por el humo se sabe dónde está el fuego.
AMIGO-Que lo que ca uno vale a la cara le sale.
SEÑORA- Y que antes se pilla a un embustero que a un cojo.
MARIDO- Eso es. Y como no hay que olvidar que de fuera vendrá quien de casa te echará, yo me dije digo: "Hasta aquí hemos llegao; se acabó lo que se daba; tanto va el cántaro a la fuente que al fin se rompe; ca uno en su casa y Dios en la de tos; y a mal tiempo buena cara y pa luego es tarde, que reirá mejor el que ría el último".
SEÑORA- Y los malos ratos pásalos pronto.
MARIDO- ¡Cabal! Conque le abordé al Melecio porque los hombres hablando se entienden, y le dije: "Las cosas claras y el chocolate espeso; esto pasa de castaño oscuro, así que cruz y raya y tu por un lao y yo por otro; ahí te quedas, mundo amargo, y si te he visto no me acuerdo". ¿Y qué le parece que hizo él?
AMIGO- ¿El qué?
MARIDO- Pues contestarme con un refrán.
AMIGO- ¿Que le contestó a usté con un refrán?
SEÑORA- ¡¡ Con un refrán, señor Eloy !!
AMIGO- ¡Ay, qué tío más cínico!
MARIDO- ¿Qué le parece?
SEÑORA- ¿Será sinvergüenza?
AMIGO- Hombre, ese tío es un canalla capaz de tó.
(Prólogo)

domingo, 29 de enero de 2012

Midnight in Paris, de Woody Allen




 FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL Midnight in Paris
AÑO  2011
DURACIÓN  96 min.
PAÍS EEUU
GÉNERO Comedia.
DIRECTOR Woody Allen
GUIÓN Woody Allen
MÚSICA Varios 
FOTOGRAFÍA Darius Khondji
REPARTO Owen Wilson, Marion Cotillard, Rachel McAdams, Corey Stoll, Kurt Fuller, Mimi Kennedy, Michael Sheen, Kathy Bates, Léa Seydoux, Alison Pill, Tom Hiddleston, Adrien Brody, Vincent Menjou Cortes, Carla Bruni, Olivier Rabourdin, François Rostain, Yves Heck, Adrien de Van, Nina Arianda, Marcial Di Fonzo Bo.
PRODUCTORA Coproducción EEUU-España; Gravier Productions / Mediapro / Televisió de Catalunya (TV3) Versátil Cinema
PREMIOS
2011: Oscars: 4 nominaciones: Mejor película, director, guión original y dirección artística
2011: Globos de Oro: Mejor guión. 4 nominaciones
2011: Critics Choice Awards: Mejor guión original. 3 nominaciones
2011: Premios BAFTA: Nominada a mejor guión original
2011: Satellite Awards: 2 nominaciones: mejor director y actriz sec. (McAdams)
2011: Independent Spirit Awards: Nominada a mejor fotografía y actor sec. (Corey Stoll)
2011: Premios Goya: Nominada a Mejor guión original
2011: Festival de Cannes: Sección oficial largometrajes (fuera de competición)


 "-Usted habita dos mundos. Por ahora no veo nada extraño.
     -Oigan, ustedes son surrealistas, pero yo soy un tío normal."

Tras ver la última película del afamado director hemos decidido escribir nuestra opinión al respecto. Años después de seguir tanto la labor literaria como cinematográfica del cineasta podemos observar cómo es capaz, aunque algunos no lo crean, de dar otra vuelta de tuerca, y si bien no cambiar exactamente de registro sí volver a viejas tentaciones literarias que podemos encontrar en sus relatos. 

El argumento se centra en el personaje de un guionista norteamericano que viaja a París con su novia y familia política. Su deseo de quedarse en la ciudad, como gran nostálgico que es de una época pasada, contrasta con el ideal de futuro de su pareja, quien, junto a sus padres, encarnan la superficialidad burguesa. Él en cambio se plantea dejarlo todo por vivir el sueño de París y terminar de dar forma a su primera novela. Una noche toma más alcohol de la cuenta y se ve conducido décadas atrás, a un mundo fascinante en el que le será dado conocer a personajes que siempre admiró, como Hemingway, Dalí o Picasso. A partir de ese momento llevará una doble vida, la primera diurna con su familia política, y la segunda de fiesta en fiesta ("París era una fiesta").

La trama muestra una evolución desde la frustración vital que no le proporciona todas las satisfacciones que debería (de ahí su mirada nostálgica hacia otro modo de vida, el de sus admirados escritores y artistas en la época a la que él siempre quiso pertenecer) hasta la satisfacción en el plano emocional y de autorrealización en sus anacrónicas correrías. Y ésta a su vez alterna con su vida diurna, que nos sirve para contrastar el rico mundo de sus ilusiones al lado de su familia política, materialista y superficial hasta la exasperación. De hecho uno de los personajes, un pedante académico que da conferencias en la Sorbona, nos hace tomar conciencia del apego a las veleidades de la vida que tiene su novia, y también como progresivamente a nivel diurno el protagonista irá anestesiándose cada vez más hasta lograr desapegarse notablemente de todo lo que le rodeaba antes. A su vez este mismo personaje pedante sirve de contrapunto a uno de los temas secundarios de la película: la desmitificación del arte, la literatura y las leyendas que las engendraron.


En este caso el tema escogido por Allen no nos es ajeno a quienes seguimos su trayectoria. La negación de la realidad, la ilusión y la huida hacia un mundo nostálgico como salvación de un presente frustrante es el principal hilo conductor que nos propone el autor. Esto se aprecia en detalles como el hecho de que el libro que escribe el guionista de nuestra historia se enmarca en una tienda de nostalgia, en su apasionamiento por cada rincón de París o su hastío en un trabajo casi en serie de la industria hollywoodiense. Dejaremos al amable lector de estas humildes palabras el descubrir la conclusión del asunto, pero avanzaremos que el personaje evoluciona a lo largo de la cinta. Otro de los temas patentes es uno de los grandes clásicos de la filmografía de Allen, recurrente prácticamente en la totalidad de su obra (con escasas excepciones): la muerte, acompañada del amor. En este caso un encuentro con la paroxística personalidad de Hemingway le convence de que la muerte sólo se ve superada ante un amor sincero y apasionado. Este diálogo tendrá sus consecuencias en la figura de una joven francesa de Burdeos quien tras haber mantenido un affaire con Modigliani y Picasso posa sus encantadores ojos en nuestro personaje, quien se sentirá subyugado por primera vez. No olvidemos que la que en España se dio en denominar “La última noche de Boris Gruschenko” en realidad se titulaba “Love and death”. Por último la desmitificación de algunos tópicos proporcionará al espectador más de una risa, pues el humor de Allen hace aquí gala de una chispa que llega a ser desternillante en alguna ocasión. En especial un encuentro con Buñuel en el que el protagonista le proporciona un nuevo tema para una película (que más tarde Buñuel rodará bajo el título de “El ángel exterminador”) hará que nos riamos de buena gana ante la reacción del surrealista, quien responde reiteradamente ante la historia un “No lo entiendo”. La reunión con el grupo surrealista y un sorprendente Dalí un tanto obcecado con un rinoceronte provocarán idénticos momentos de diversión.


La interpretación de algunos actores resalta con brillo propio, como la de Owen Wilson en su papel de alter ego de Woody Allen, sobre todo si tenemos en cuenta los incesantes tartamudeos y gestos a los que estamos acostumbrados. Adrian Brody en su papel de Dalí creo que a todos nos resultará curioso. A nivel de curiosidad diremos que tras un almuerzo entre Sarkozy y Allen el resultado fue la aparición de Carla Bruni en el papel de guía turística francesa.

Lo peor de la película: dentro de lo fantástico de la historia hay un hecho casi anecdótico que está cogido por los pelos, el encuentro demasiado casual y forzado de un libro (entre cientos de miles) que le proporcionará al personaje una valiosa información. Añadamos como un lastre el publirreportaje de París, si bien en esta ocasión no queda tan descaradamente artificial como en “Vicky, Cristina, Barcelona” ya que el contexto de una París casi onírica se presta para ello. Aún así, ya les decimos… abusivo. 

Woody Allen
Lo mejor de la película: la dirección de Woody Allen, probablemente uno de los pocos directores vivos en Estados Unidos que le pongan ante la cámara un diálogo de más de un minuto y en vez de suicidarse te seduzca, nos introduce de un modo veraz y cautivador en esta fantástica historia de un viaje en el tiempo. La capacidad para empatizar con el personaje y mostrar al mismo tiempo con la cámara justo las situaciones que pretende transmitir al espectador sigue siendo portentosa. A nivel de guión merecen mención aparte, como de costumbre, los diálogos: brillantes, hilarantes cuando no absurdos, y en más de una ocasión cargados de contenidos en su misión de desmitificar y hacer reír. Por lo demás entrelazada con gracia, de principio a fin, en su desarrollo y conclusión. Redonda.

Conclusión: Para los reticentes que piensen que es una película más de Woody Allen en nuestra modesta opinión diremos que no sólo es eso, sino una película más de Woody Allen, pero de las mejores. No se la pierdan. 

Web oficial de Midnight in Paris

sábado, 28 de enero de 2012

El hombre que fue jueves, de Gilbert K. Chesterton





 Hace ya casi ocho años que en un diminuto apartamento de París un querido amigo me habló por primera vez de Chesterton en los términos más elogiosos. Unos años después pude leer con gran placer algunos de sus relatos cortos, entre ellos los del famoso padre Brown, en los que un estilo un tanto hiperbólico y muy descriptivo mostraba un talento literario que ha sido ejemplo para otros insignes escritores, como Borges. Ha sido ahora cuando ha caído en mis manos El hombre que fue jueves, publicada en 1908.

“César y Napoleón agotaron su genio para que se hablara de ellos y lo han conseguido. Pero éste aplica su genio a que no se hable de él y también lo ha conseguido.”

El argumento nos emplaza en un Londres onírico y casi mágico, donde un detective de Scotland Yard, el agente Syme, perfecta personificación de la ley y el orden, consigue introducirse en el mismo seno del Consejo Central anarquista, personificación a su vez del caos y en este caso también la violencia. Su misión será detener los planes destructores que contra la humanidad urde el máximo dirigente anarquista, apodado el Domingo. El resto de los siete miembros a su vez tendrán el nombre de un día de la semana, habiendo conseguido el agente Syme introducirse como el Jueves.

La trama consiste en una sucesión de persecuciones de los diferentes miembros del Consejo por parte del protagonista a fin de desbaratar sus planes. Cada una de las resoluciones de estos episodios vendrá de la mano de una paradoja no prevista por el lector, en la que la sorpresa servirá como solución a la narración, estímulo del lector y desencadenante del desarrollo posterior. El ritmo que se imprime a partir de todo esto es en más de una ocasión trepidante, y unido al personalísimo y siempre agradecido humor que destila el autor en sus líneas hace de la lectura de El hombre que fue jueves una experiencia francamente grata.
 
“De esto y de esto: del orden y de la anarquía. Aquí tiene usted su dichoso orden, aquí, en esta miserable lámpara de hierro, fea y estéril; y mire usted en cambio la anarquía rica, viviente, productiva, en este espléndido árbol de oro.”

Una vez dicho esto hay que advertir que la novela no es un simple relato policíaco, sino que funciona al nivel de una doble (o triple) lectura, en la que la acción detectivesca es sin duda la principal y la que guía la trama, y también por supuesto la más superficial. Bajo ésta se encuentran, más o menos a un nivel evidente aunque secundario dos alegorías, que son a mi modo de ver el verdadero objetivo del libro. Una sería la alegoría religiosa, y otra la alegoría política. Comenzando por ésta última Chesterton se posiciona claramente partidario de un modo de vida conservador, yendo sus dardos contra cualquier tipo de movimiento que pretenda contravenir el orden establecido, en este caso el anarquismo terrorista. Creo necesario comprender el contexto histórico, pues esta ramificación del anarquismo, perversión de una ideología más intelectual, se apoderó de ciertos grupos que bajo la negación del estado y la religión, opresoras de la libertad humana, se dedicaron literalmente a poner bombas y cometer asesinatos. De este modo el nihilismo venía de la mano de la destrucción. Curiosamente Chesterton identifica a estos grupos con la intelectualidad de la época, quienes difunden ideas que contravienen el sentido moral, político y religioso, y haciendo ésto en realidad se posiciona contra cualquiera de las ideologías socialistas, en un claro sesgo conservador y cristiano. Sus alusiones a la filosofía alemana en este sentido son claras. Resulta curioso encontrar las mismas expresiones y con igual contenido semántico más de un siglo después en algunos presentadores de la TDT Party. Quizá el señor Juan Manuel de Prada (sean todos mis respetos hacia él) no se haya enterado de que el nihilismo anarquista (o socialista según él) ya no pone bombas en ningún sitio. Como creo recordar que en algún momento se ha referido a Chesterton en términos elogiosos como poco he de decir que al menos posee muy buen gusto literario.

 “Sin embargo, mire usted que a la luz del farol puede ver el árbol. No estoy muy seguro de que pudiera usted ver el farol a la luz del árbol.”

Gilbert K. Chesterton
La alegoría religiosa es posiblemente el mensaje más patente y a la que más recursos simbólicos dedica el libro, desde parafrasear pasajes bíblicos hasta la encarnación de Dios y el Diablo (dejo en manos del lector sacar sus posibles conclusiones al respecto). Todo ello aderezado por la multitud de dudas que asaltan a los personajes del libro y que no son más que el camino espiritual que todo hombre ha de recorrer entre su propia naturaleza humana y la posible dimensión divina de la misma. En los últimos pasajes del libro asistimos a todo un repertorio de posicionamientos ante la idea de Dios, y todas las posibles percepciones y dudas que pueden asaltar a un creyente. La idea entre el mundo tangible, aquello perceptible por los sentidos, y el intangible, que no podemos percibir pero sabemos que está, cubre algunos de los párrafos y diálogos más interesantes, en un corte neoplatónico plagado de tradición cristiana, y, ¿por qué no decirlo?, cierto sesgo maniqueísta (gnosticismo dualista). El último capítulo es una manifestación de principios del autor sobre el por qué de nuestra naturaleza divina, sobre el por qué de la existencia del mal y del sufrimiento cristiano, en un intento de superar e incluso cargar de ilusión una vida que las más de las veces se nos muestra azarosa en nuestros infortunios.

“-Esto ya va mejor –dijo el doctor Bull-, somos seis para pedirle a uno que confiese claramente sus verdaderos propósitos.
 -No lo veo tan fácil –dijo Syme-, somos seis para pedirle a uno que nos explique lo que realmente nos proponemos nosotros.”

Lo peor del libro: si alguien que ha creído estar ante una novela policíaca -repito- trepidante, amena y cargada de humor, no ha percibido nada más allá de ésto, será incapaz de comprender el último capítulo, y le sorprenderá probablemente para mal. Quizá Chesterton debería haber sido más sutil, como en el resto del relato, con el último capítulo, pues su contenido es diametralmente opuesto a la trama detectivesca principal que rige en todo el relato y hace que haya un corte formal que, no siendo en absoluto un error, sí que puede incurrir en la contradicción. 

Lo mejor del libro: sin lugar a dudas los recursos literarios del autor. Su sarcasmo, ironía, descripciones sorprendetes y figuras literarias tan sugerentes como contundentes hacen de este libro una verdadera joya de la literatura universal, y a su autor uno de los mejores escritores de la historia. Aderecemos ésto con un sentido del ritmo pavoroso por magistral, y la utilización de la paradoja funcionando al mismo tiempo en varias lecturas de contenido. Inigualable.

Conclusión: el estilo es sugerente, divertido, descriptivo e irónico hasta provocar a menudo el entusiasmo en el lector, y probablemente a esto se deba que un servidor, a quien poco le interesa el mensaje religioso de fondo que emana de toda la narración, sea un firme entusiasta tanto de Chesterton como de esta magnífica obra literaria que es El hombre que fue jueves.

“A pesar de todas nuestras desventuras, conservo aún un poco de esperanza. La deposito en un hombre a quien nunca he visto.”

martes, 24 de enero de 2012

La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón







"Los libros son espejos: sólo se ve en ellos lo que uno ya lleva dentro”




Carlos Ruiz Zafón
Para quienes aún no hayáis tenido la ocasión de leer la conocidísima y galardona obra que encumbró a Carlos Ruiz Zafón en 2002 os recomiendo que no os la perdáis. La sombra del viento es, ante todo, un libro entretenido de esos que te cautivan casi desde el principio y no te permiten abandonar su lectura fácilmente.

El primero de una serie que promete ser inagotable, es un relato complejo lleno de intrigas y sorpresas que se encuentra enmarcado en una Barcelona gris donde nada es lo que parece. 

En 1945, cuando Daniel tiene tan sólo once años, es llevado de la mano de su padre al Cementerio de los libros olvidados y de allí rescata una obra que marcará su vida. Preso de las incógnitas que rodean la historia de su autor -Julián Carax- Daniel emprende un largo camino cargado de misterio recorriendo los pasos que éste dio en el pasado para encontrarse con su futuro. 

El ESTILO del que hace gala Zafón es cuidado, y sobre todo, rico en comparaciones y metáforas que abordan una ambientación gótica en ocasiones no sólo necesaria sino que a través de sus dotes narrativas se hace imprescindible, dejando una honda huella de sensaciones y un halo de misterio que se pueden rastrear aún en el tiempo tras su lectura. No es raro para el lector avisado evocar otras narraciones clásicas al compás de las líneas del autor. Mención aparte en nuestra opinión merece un recurso tan viejo como olvidado por los escritos de best-sellers: la polifonía. En los diálogos de Fermín Romero de Torres Zafón da el do de pecho mostrando todo un arsenal de recursos que no sólo enriquece sino que puede llegar a entusiasmar por su calidad literaria, sobresaliente en todos sus aspectos y extraordinaria por escasa en la mayoría de escritores hoy en día. Un verdadero placer.

“-La televisión, amigo Daniel, es el Anticristo y le digo yo que bastarán tres o cuatro generaciones para que la gente ya no sepa ni tirarse pedos por su cuenta y el ser humano vuelva a la caverna, a la barbarie medieval, y a estados de imbecilidad que ya superó la babosa allá por el pleistoceno. Este mundo no se morirá de una bomba atómica como dicen los diarios, se morirá de risa, de banalidad, haciendo un chiste de todo, y además un chiste malo.” 

LO MEJOR 

Del plantel de personajes que giran en torno a la historia destaca por su carácter, su cercanía y su sabiduría inestimable Fermín Romero de Torres, que nos resultará entrañable. Junto con Daniel componen una pareja de lo más quijotesca que se complementa y que forma el tándem perfecto de humor y razón, de osadía y cobardía, y de experiencia e inocencia que todos llevamos dentro y que nos hará disfrutar al tiempo que, como ellos, intentamos resolver el misterio que nos propone el autor en sus líneas.

"En confianza, a mí esto del séptimo arte me la repampinfla. A mi entender no es más que pábulo para atontar a la plebe embrutecida, peor que el fútbol o los toros. El cinematógrafo nació como un invento para entretener a las masas analfabetas, y cincuenta años más tarde no ha cambiado mucho."

LO PEOR

Aunque el ritmo narrativo es lento en la primera mitad de la novela y, en la segunda, Ruiz Zafón alargue el desenlace para sorprendernos casi al final de la historia, es el propio lector quien, acelerando la lectura por la incertidumbre, le otorga al relato el equilibrio justo.

Por otro lado, en La sombra del viento se dan cita una serie de personajes relacionados con los enigmas que dejó el pasado y que ayudarán a Daniel (y al lector) a reconstruir el puzzle de la vida de Julián Carax. Sin embargo, nadie es lo que parece ser y todos saben más de lo que cuentan, cosa que despista  y que inunda las páginas de interrogantes que no se responderán hasta casi el final de la novela. Calma a los impacientes y a quienes –como yo- quieran anticiparse a los acontecimientos porque faltarán piezas.


CURIOSIDADES

La novela se ha convertido en un best-seller mundial con más de diez millones de ejemplares vendidos en 36 idiomas diferentes.

En la página oficial de Carlos Ruiz Zafón podéis encontrar un minijuego de la novela, la banda sonora  del libro y algunos fondos de escritorio, además de toda la información del autor, su trayectoria  y la de sus obras.

http://www.carlosruizzafon.com/la-sombra-del-viento/

Web oficial de Carlos Ruiz Zafón

CONCLUSIÓN

La sombra del viento es una historia de misterio, de amor y de traición que, en sus diez años de vida, no ha dejado indiferente a nadie. Si os habéis resistido a su lectura abrumados por el éxito y temiendo una decepción, no perdáis la ocasión de comenzar esta novela y de ser vosotros mismos los que la recomendéis.