miércoles, 10 de octubre de 2012

La lápida templaria, de Nicholas Wilcox





















El argumento nos sitúa ante la búsqueda de una supuesta lápida templaria por parte del protagonista, Pío Expósito, anterior sacerdote y actual profesor de educación secundaria, quien ante la muerte de su tío y mentor decide investigar por qué éste dedicó los últimos años de su vida al estudio de los cruzados y su legado.

Nicholas Wilcox es el pseudónimo de Juan Eslava Galán, vaya usted a saber por qué, si en su propia página personal reconoce que es él mismo. De todas formas la doble personalidad carece de cualquier función desde el momento que abres el libro y te das cuenta de que tan sólo un español podría jugar con localismos polifónicos muy exactos, recursos coloquiales y psicológicos apegados a carácteres muy concretos o personajes estereotipo que tan sólo alguien afincado por los andurriales comentados podría retratar tan certeramente. O lo que es lo mismo, desde que lo lees deja de colar el pseudónimo.

Juan Eslava Galán.
Las seiscientos ochenta páginas del librito abordan un tema de moda desde hace años, explotando el esoterismo que rodea la historia templaria y jugando con el gran secreto que la orden poseyó o buscó poseer, en este caso el Shem Shemaforash (plasmado en la lápida templaria perdida). Se trata básicamente, según Eslava Galán, de la renovación del "compromiso de Dios para con la Creación", o lo que es lo mismo fonéticamente, el nombre secreto de Dios. Éste nombre revelaría los secretos del universo y según parece lo poseyó Salomón. El argumento aborda la posibilidad de que los templarios buscaran el Shem Shemaforash para instituir la paz mundial a través de la dinastía davídica (de la cual formaba parte Salomón), imponiendo un único gobernante bendecido de algún modo por Dios a través de su nombre sagrado. Exactamente el mismo objetivo es el que persigue algunos otros actores de la trama, como dos facciones (progresista e inmovilista) de la iglesia católica.

"Los hombres de la Edad Media vivían inmersos en un universo mágico, no eran racionalistas como nosotros. El racionalismo es cosa que comienza en el siglo XVIII. Nosotros, desde nuestra mentalidad, nos esforzamos en sentar en un lecho de Procusto a los hombres de la Edad Media que vivían intensamente la magia y la espiritualidad. Por eso no llegamos a comprenderlos."

Personalmente no llego a comprender (caso de que alguien crea en ésto) como se pretende instaurar la paz en todo el mundo conocido a través de un gobernante de sangre davídica, si el mismo que supuestamente poseyó el nombre secreto de Dios, es decir, Salomón (970-930 a.C.), sólo llegó a reinar sobre un trozo de desierto que supone una milésima parte del planeta. Pero bueno, supongo que debe ser cuestión de fe. De mucha fe.

La lápida templaria de Arjona.
El libro cuenta a mi parecer con grandes valores, como la prosa de la que hace gala el autor, con gran alarde de polifonías que confieren fuerza y rotundidad a los diálogos (cuando no explican nada sobre la Mesa de Salomón o la lápida templaria, que es raro). La ironía o complicidad cómica que se cuela muy de vez en cuando a través de los resquicios de la historia es muy de agradecer, y confiere gran rotundidad a otro de los aspectos a destacar, a saber, la denuncia de las ambiciones terrenales y materiales de alguna que otra institución que se atribuye heredades espirituales.

El diseño de los personajes es espléndido, y denota cierto deje de escritor de raza, para el que sus actores deben poseer una motivación personal construída a partir de una historia individual e íntima, que poco a poco se ve entrelazada con la trama. En este sentido chapó por Eslava Galán.

"-¿Y usted qué cree que eran las lápidas?
-Mire usted, yo que sé. A lo mejor decían dónde había un tesoro o algo así. La gente que no tiene que trabajar para ganarse la vida hace muchas tonterías para no aburrirse, a lo mejor era un juego. Vaya usted a saber."

Sin embargo la narración se ve tremendamente lastrada por lo que no puedo definir  sino como un gran defecto: la abrumadora cantidad de páginas dedicada a la explicación de conceptos históricos y esotéricos. Para el profano o persona que no sienta especial inclinación por la historia supongo que debe llegar a ser soporífero, porque si expurgáramos todas estas páginas de la trama se podría componer otro librito aparte. Es decir, aquí el defecto es la excesiva distensión a lo largo de todo el libro, lo que proporciona muy distanciados momentos de tensión dramática, y unido a las prólijas explicaciones puede llegar a aburrir soberanamente. De hecho el libro no comenta sólo la historia esotérica en sí, sino toda la investigación a lo largo de toda la Historia. Pienso que el libro se mantiene por puro y duro virtuosismo narrativo del autor, no por otra cosa.

"Pidieron una cerveza y la despachó de un trago.
-¡Ah...! -chasqueó la lengua apreciativamente-. ¡Qué buena está la joía! Está mejor en invierno que en verano, por algo la tomaban los celtas. También la tomaban los egipcios, y los germanos, pero los que la inventaron fueron los mesopotamios."

Añadiré que, eso sí, la documentación que nos despliega Eslava Galán es sencillamente brillante, y sólo de pensar en el trabajo que conlleva dan ganas de aplaudir con las orejas, aunque luego no se utilice eficazmente.

"Pío lo miró de hito en hito. Esta vez estaba asombrado.
-Eminencia, usted me parece un hombre de mundo. ¿Es posible que crea en la magia? Manipular el mundo con el Nombre de Dios es una superstición, por muy sagrada que sea."

Lo peor del libro: lo extenso y minucioso de las explicaciones. La emoción que debería producir ir de un descubrimiento a otro de la investigación queda adormecida en medio de un océano de páginas sobre simbología, historia, esoterismo y etimologías. Hay excesivos momentos de distensión y casi ninguno de tensión (no me refiero a acción, obviamente, sino tensión dramática).

Lo mejor del libro: la prosa del autor y el diseño de personajes. Muy buenos ambos.

Conclusión: un libro interesante que sólo resultará entretenido a ratos para los amantes de la historia, deleitará a los forofos de la buena prosa, y será un auténtico peñazo para el que sólo valore acción comercial tipo "El código Da Vinci". El resultado, por lo tanto, muy irregular.

Página oficial de Juan Eslava Galán.

domingo, 7 de octubre de 2012

Mort, de Terry Pratchett





















La muerte decide delegar responsabilidades en la figura de un torpe muchacho en el universo fantástico del Mundodisco. El joven, embobado por los encantos de una joven princesa, es incapaz de arrebatarle la vida en el momento justo, creando un caos en los indelebles senderos del Destino. Mientras, la Muerte, ajena al desaguisado, pretende disfrutar la vida por primera vez.

Con estas premisas nos presenta Pratchett en el año ochenta y siete el cuarto volumen de su conocida saga fantástica. Para quien no haya leído nada sobre el tema baste decir que sus libros son parodias de fantasía épica. Mientras bondades como el valor, el honor y la sinceridad plagan hasta el vómito las páginas de sagas universales del género, aquí lo que prima principalmente es la cobardía, conductas poco honrosas y mentiras y envidias por doquier. Aderezado con la ambientación que proporciona un mundo mágico y unos personajes imbuidos de las más mundanas pasiones, Pratchett derrocha toneladas de ironía fatalista en la que hay poco espacio para las heroicidades.

"-¿Cómo se ganaba la vida? -inquirió el joven delgado que estaba detrás del escritorio.
La figura que tenía delante se movió, incómoda.
-CONDUCÍA ALMAS HASTA EL OTRO MUNDO. ERA LA TUMBA DE TODA ESPERANZA. ERA LA REALIDAD DEFINITIVA. ERA EL ASESINO AL QUE NINGUNA CERRADURA SE LE RESISTÍA.
-Ya, ya, capto la idea, pero, ¿tiene alguna habilidad especial?"

Terry Pratchett.
La trama de la novela deja alguna que otra escena memorable. La muerte que encuentra su autorrealización como cocinero en una gran ciudad hace palidecer considerablemente productos con idéntica temática posteriores, como cierta cinta con el anodino Brad Pitt en una historia igualmente anodina y bobalicona. El humor que impregna cada una de las acciones a través de la paradoja que produce una Muerte con ganas de vida da mucho más empaque a esa historia que cualquier otro formato que se elija.

Sin embargo la novela también tiene, bajo mi humilde punto de vista, aspectos que me han disgustado. El principal de ellos probablemente le resta gran parte del caché literario que podría alcanzar, y es que los personajes, que suelen moverse en situaciones extremas para crear hilaridad, son bastante planos. Las motivaciones y la historia que las anima de cada uno de ellos están insuficientemente explicadas, y ésto produce que la empatía llegue tarde, y eso si llega. Un notable defecto.



Añado también mi particular modo de percibir una ambientación plagada de lucecitas y colores mágicos, con conceptos espacio temporales ad hoc: me produce el mismo hastío que en la literatura fantástica, y además no cuadra con el carácter eminentemente satírico de la narración. Un poco más de comedimiento terrenal en el mundo que creamos ayuda a que los terrestres se identifiquen mejor con él.

"La ropa de mujer no era un tema que preocupara demasiado a Buencorte... De hecho, en general, cuando pensaba en mujeres, sus imágenes mentales rara vez incluían ropa..."

Lo peor de la novela: personajes planos y motivaciones escasamente elaboradas.

Lo mejor de la novela: sin duda la ironía que salpica mucha de las situaciones planteadas. En alguna ocasión la carcajada surge inevitablemente.

Conclusión: merece la pena, porque más de una sonrisa la tiene asegurada.