jueves, 6 de septiembre de 2012

La abadía de los crímenes, de Antonio Gómez Rufo











Una investigación criminal en un cenobio femenino durante el reinado de Jaime I de Aragón en pleno siglo XIII es la ambientación que Antonio Gómez Rufo ha ideado para este thriller histórico.

Para ello no ha dudado en dotar al argumento de protagonistas como el propio monarca, quien se apoyará en la monja Constanza de Navarra para resolver desde el interior del convento los atroces crímenes que en él se han cometido.

Antonio Gómez Rufo.
Podría decirse que es una trama normal del género, en el que tras cada pesquisa queda abierta una incógnita de la investigación, etc... Pero lo cierto es que ni este grado elemental de narrativa policíaca consigue el relato, ya que las investigaciones más básicas que un niño de dos años piruleta en mano podría apuntar fácilmente al autor no se le ocurren sino a toro bien pasado. Baste decir que hay una serie de monjas violadas, y lo que sería el transcurso inicial de la investigación, a saber, interrogar a las víctimas de las agresiones, no se produce hasta el final del libro.

La narración carece además de todo misterio, porque el rey con su séquito llegan a la abadía de nuevas, sin haberla pisado antes; se conoce que se han producido una serie de atroces crímenes, y durante más de la mitad de la novela sin embargo sólo se presenta a un único personaje que mora en la abadía, la madre superiora. Es decir, que como sólo hay un personaje conocido en el escenario de los crímenes durante casi toda la narración, que además es la que tiene conocimiento de todo en la abadía por dirigirla, sólo ese personaje puede ser el sospechoso. O lo que es lo mismo, a los dos o tres capítulos ya sabes quien es el culpable por la profunda ineptitud de los hechos y personajes planteados.

Jaime I de Aragón.
No acaban aquí sin embargo los desmanes narrativos de la novela. La investigación, amén de pueril, absurda y carente de sentido, se ve salpicada por la historia intimista de la reina despechada con su marido, quien la ha repudiado públicamente. Y lo ideal para una esposa repudiada, ordenarle seguirle a una abadía plagada de crímenes. Todo casa muy bien. La profunda dicotomía entre un tema y el otro en una ambientación dantesca y una nula integración de los personajes y diálogos con la época retratada hacen de esta novela una de las peores que yo haya leído del género. Más de una conversación clama al cielo, y más parece extraída de una parodia histórica que de un thriller. Utilizar la historia de hace ocho siglos para tratar temas desde una óptica contemporánea, como en este caso el nacionalismo catalán, es el mejor medio de crear una mala novela histórica.

Sin embargo no todo es malo en este libro. El lenguaje utilizado por el autor es más que correcto, perimitiéndose incluso de vez en cuando alguna que otra figura retórica que deja algún que otro detalle de calidad que casa muy mal con todo lo anteriormente planteado, pero que se agradece.

Lo peor del libro: casi todo. Trama absurda, investigación pueril por no decir simiesca, previsible hasta la saciedad, personajes inservibles que sólo entorpecen más lo que ya es torpe de por sí, como la reina... En definitiva, un desastre.

Lo mejor del libro: se puede leer porque está bien escrito y de vez en cuando alguna pequeña figura literaria te hace pensar que el autor es capaz de otras cosas.

Conclusión: si quiere un manual sobre como no debe escribir una novela policía o cualquier investigación criminal, lea este libro. Para todo lo demás ni se acerque a él.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

El lector de cadáveres, de Antonio Garrido


El argumento nos remite a la China Imperial del siglo XIII, periodo de la dinastía Tsong. El joven Cí no puede concluir sus estudios universitarios porque su padre abandona repentinamente el funcionariado y deben volver a las labores agrícolas del campo. A partir de entonces la familia del protagonista se verá involucrada en un turbio crimen que dará comienzo a las peripecias del joven para poder sobrevivir a partir de sus dotes naturales para la investigación criminal.

Más que entretenida novela de Antonio Garrido, quien le toma el pulso perfectamente a este thriller histórico basado en la figura Cí Sòng, personaje real que, en calidad de juez, llegó a la resolución de múltiples crímenes.

La prosa es correcta en todo momento, aunque los sibaritas de la palabra no encontrarán aquí un gran alarde literario. Es un lenguaje funcional y que se adapta bien al estilo comercial: lo entiende todo el mundo.

La trama hilvana con intensidad capítulo tras capítulo en el más puro estilo best-seller, es decir, dejando irresolutos varios enigmas para incentivar la avidez del lector. Lo consigue tan bien que el libro a partir del tercer o cuarto capítulo engancha y ya no lo dejas. Sin embargo, a mi modo de ver, hay un fallo esencial en todo este entramado. A saber: la manifiesta ausencia de momentos de distensión (excepto alguna honrosa excepción de vez en cuando). Las aventuras de nuestro personaje, por tensas, violentas, a menudo morbosas, son conflicto en estado puro a lo largo de toda la extensión, lo que hace que, sin distensiones, llegados ciertos momentos de clímax la supuesta catarsis aristotélica no se produzca porque se ha anestesiado el sentido de la misma del lector. Añado a esto que hacia el último cuarto del libro, el cambio a la corte del emperador es tan radical y divergente con el resto de las tramas, que parece introducirnos en otra novela diferente, como si de una serie de capítulos sobre el personaje se tratara.

Lo peor del libro: apenas existen momentos de distensión. El período en la corte del emperador supone un cambio demasiado radical.

Lo mejor del libro: es muy entretenido y consigue su objetivo fundamental, enganchar al lector hasta su consecución. No quiero dejar de hacer mención al mérito del autor en su esfuerzo por documentarse sobre los muchos, y difíciles, aspectos de la época y lugar retratados. Encomiable.

Conclusión: a pesar de algunos defectos, una muy grata sorpresa que hará las delicias de más de un aficionado tanto a la novela histórica como al thriller. Muchos no levantarán la vista por encima de sus líneas cuando lo comiencen.