Mucho es lo que se ha escrito sobre este libro. Yo, aparte de mi opinión personal, poco o nada puedo aportar a lo que ya han dicho lectores, críticos, o académicos, excepto una frase a modo de valoración general a la que quizá gran parte de ellos estarán poco acostumbrados: ¡qué gustazo de libro!.
El argumento arranca de la premisa de una coincidencia: el niñito Cipriano Salcedo, protagonista del libro, nace el mismo día en el que Martín Lutero expone las 95 tesis en la iglesia de Wittenberg. Su madre muere en el parto, lo que provocará la aversión de su padre, quien no dudará en llamarlo "pequeño parricida". El pequeño Salcedo crece con un miedo que degenerará en odio hacia su padre. Tendrá en cambio la fortuna de hallar el amor maternal de su nodriza, la jovencísima Minervina, a quien posteriormente perderá la pista. Al llegar a la mayoría de edad y muerto su padre consigue hacerse con la fortuna de terrateniente que éste poseía, y demuestra un sagaz instinto para los negocios, creando y produciendo una nueva prenda de vestir que tendrá gran acogida no sólo en Castilla sino en los demás reinos e incluso en el extranjero. El joven Salcedo contrae matrimonio con una joven campesina rural, Teodomira, a la que tampoco logrará amar, malográndose su unión a causa de la infertilidad. El matrimonio tendrá un fin trágico. Cipriano, que desde su adolescencia había tenído serias dudas sobre si los buenos actos le acercaban a Dios o simplemente calmaban su conciencia de un modo egoísta, comenzará a escuchar los sermones del Doctor Agustín Cazalla (capellán de Carlos V y compañero de viaje a Alemania) y conocerá poco después a su hermano Pedro Cazalla, quien le introducirá en el grupo luterano de Valladolid. En la secta nuestro protagonista descubre que no son necesarios los actos externos para la salvación, sino que sólo su fe en la redención de nuestros pecados por el sacrificio de Cristo en la Pasión es suficiente para garantizarle la vida eterna. Ni su odio a su padre ni la indiferencia hacia su esposa serán sopesados en la balanza final. Cipriano acoge con ilusión la nueva fe, y participa activamente en ella como enlace entre las diferentes ciudades.
Miguel Delibes. |
Mención especial merece tanto el grupo luterano de Valladolid y el intento de fidelidad a los personajes reales como la árdua descripción de la ciudad y sus alrededores.
Una de los más difíciles cometidos de una novela histórica es como introducirse en la piel de un personaje cuya conducta, pensamiento y palabra es inimaginable para nosotros, y hacerlo asequible para la mentalidad moderna. Este hecho, que en el caso del personaje es un pelín más fácil ya que precisamente creo que uno de los temas del libro es el hombre moderno, está fascinantemente solventado en la novela. A modo de ejemplo un personaje que sólo aparece una vez en el libro, a través de cuyo comentario vemos la magistral capacidad de Delibes para decirnos que no somos nosotros, sino un personaje del siglo XVI:
"- Es perezoso y huidor-dijo-, pero fiel. Le he elegido como hombre de confianza pero el resto de los criados están celosos de él. Para mí, es un miembro más de la familia, Salcedo. Aunque negro, tiene un alma blanca como nosotros, susceptible de ser salvada. Lo que no le permito de momento es casarse. Imagínese un semental como él suelto por estos salones. Repugnante. Eso sí, cuando cumpla cuarenta años lo emanciparé. Será un modo de agradecerle sus servicios."
El léxico merece comentario aparte. Simplemente abrumador por rico, variado, exacto... Cuando uno cree haber leído todo lo humanamente leíble y que nada puede sorprenderle se encuentra súbitamente ante un monstruo del vocabulario, mostrándolo como un hecho natural, apenas sin esfuerzo y con un talento portentoso. De las innumerables palabras en torno al agro castellano-leonés todos hemos leído de Delibes, pero las descripciones de este libro, ni más ni menos que las necesarias para la narración, incurren en tal detalle de exactitud y despligue de conocimientos que a un servidor le hace patente cuanto le falta por aprender, y cuanta gratitud hay que demostrar al leer algo semejante.
Martin Lutero. |
Y mucho, mucho más: amor, soledad, sentido de pertenencia a un grupo vs individualidad, fraternidad, proselitismo, cohesión social, traumas infantiles, complejo de Edipo, etc, etc... Todo ello, en realidad, resumido en una: son los universales de siempre de la condición humana, de todos nosotros por tanto, plasmados de manera genial por el maestro Delibes.
Lo peor de la novela: confieso que el preámbulo no me gustó. Un diálogo entre dos luteranos y un calvinista a bordo de un barco que realizan un repaso por la historia del protestantismo me pareció demasiado artificial para poner en antecedentes al posible lector profano en tales lides. No se integra en absoluto en la novela y es bastante forzado.
Lo mejor de la novela: todo lo demás. Simplemente magistral. Un ritmo narrativo lento la mayor de las veces pero que no sólo no aburre, sino que seduce al hacernos un recorrido por las motivaciones del protagonista y de su época. Una verdadera joya que será intemporal al hacer de esas motivaciones las nuestras propias ante problemas que en nuestra condición todos debemos resolver.
Un saludo cordial.
Acabo de leer el libro y por hacer un pequeño comentario , me ha llamado la atención como se llega sin darte cuenta la abominable crueldad de la Inquisición
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