Tras los éxitos de El misterio de la cripta embrujada y de El laberinto de las aceitunas, en 2001 Eduardo Mendoza se valió de nuevo del ingenio de su carismático protagonista sin nombre para entretener una vez más al lector con otra fantástica historia, La aventura del tocador de señoras.
Eduardo Mendoza |
Mezcla de humor y de intriga, ésta es la novela de un ‘detective’ forzoso, hecho a sí mismo más mal que bien a fuerza de golpes del destino, que se encuentra implicado un día cualquiera en una trama de conspiraciones en la que corre seriamente peligro su modesta vida.
"Todos perciben claramente la locura de los demás, pero ninguno la propia"
Así, pasados los años tras el primer encuentro con el comisario Flores y ya en la década de los 90, nuestro personaje recibe la libertad por la demolición del manicomio que había sido su casa y, de inmediato, se halla entre la multitud de una Barcelona muy distinta a como él la conocía. Sin nadie más que su hermana Cándida a quien acudir, va en su búsqueda hasta que da con ella en un barrio humilde y allí se establece como único empleado de la ruinosa peluquería de su cuñado y comienza su nueva vida. Todo marcha con normalidad hasta que, de repente, sin tomarlo ni beberlo, se ve aceptando un trabajo sucio pero sencillo que le llevará a investigar los chanchullos de determinados individuos de la élite catalana para defender su inocencia.
Si bien, cómo decíamos, aunque ésta es una novela de humor y de intriga, no quedan indiferentes algunos otros temas que hacen del conjunto el irónico reflejo de un momento determinado. De este modo, conocemos las diferencias abismales de las distintas clases sociales y percibimos la proporcionalidad inversa entre riqueza e intelecto. El ejemplo más claro y más risible de este aspecto lo vemos en la figura del alcalde de la ciudad, que nos deleita con maravillosos discursos idiotizados que nos harán reír a carcajadas.
"El problema es que no tengo la cabeza muy firme, ¿sabe? Para el desempeño de mi cargo ya vale. Pero los de la oposición lo saben y se aprovechan de mi debilidad. Día sí, día también, me hacen mociones y otras cuchufletas para volverme tarumba"
Al hilo de la trayectoria vital del protagonista seguida en las anteriores entregas, vemos cómo éste se convierte en un ser mucho más maduro y razonable poniendo a prueba sus dotes lógicas y deductivas aunque sin descuidar en ningún momento su desgarbada personalidad. Esto se muestra en la cerrazón amorosa y en la sorprendente resolución del caso que pone en evidencia a los culpables de la trama en un final inesperado.
Con todo, personalmente creo que hay dos escenas especialmente hilarantes por las que vale la pena comenzar la novela. La primera se da en el apartamento de nuestro extravagante protagonista cuando recibe las consecutivas visitas nocturnas de todo el plantel de personajes, policía y vecina incluidas, y despacha la situación de forma airosa para todos acomodándoles como buenamente puede en los más pintorescos rincones de la minúscula residencia. El otro punto destacado en este sentido de la novela es el clímax, que tiene lugar cuando se nos desvela la maraña de sucesos e intereses de los implicados en el caso y donde la justa pluma de Mendoza escribe un final para ellos.
Atendiendo a cuestiones más técnicas -y siempre desde una óptica personal-, podemos decir que La aventura del tocador de señoras supera la narrativa y el ingenio de la aparentemente improvisada historia de El misterio de la cripta embrujada y es más dinámica y entretenida que El laberinto de las aceitunas. Asimismo, el irreprochable uso de los recursos de estilo, la polifonía siempre presente y excepcional del autor, y el diseño de sus divertidos personajes completan el carácter magistral del contenido cómico de la historia y hacen de ésta una lectura muy recomendable.
LO MEJOR: los constantes golpes humorísticos y la excelente narrativa.
LO PEOR: el final resulta demasiado inesperado.
CONCLUSIÓN: Imprescindible.
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La verdad es que me parece genial lo bien que le ha ido mendoza es un gran escritor
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. Algunas de sus novelas rezuman talento por los cuatro costados :).
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