lunes, 27 de febrero de 2012

La mujer de negro, de James Watkins.



TÍTULO ORIGINAL: The Woman in Black
AÑO 2012
DURACIÓN: 95 min.
PAÍS: Gran Bretaña.
GÉNERO: Terror.
DIRECTOR: James Watkins.
GUIÓN:  Jane Goldman.
MÚSICA:  Marco Beltrami.
FOTOGRAFÍA: Tim Maurice-Jones.
REPARTO:  Daniel Radcliffe, Ciarán Hinds, Roger Allam, Sophie Stuckey, Janet McTeer, Shaun Dooley.
PRODUCTORA:  Alliance Atlantis Communications / Alliance Films / Hammer Film Productions.


El argumento parte de la novela escrita por Susan Hill y nos sitúa a un joven abogado cuya mujer murió hace pocos años en el parto de su hijo, y que debe viajar a un pequeño pueblo de Inglaterra para tratar los asuntos legales referentes a la casa de un cliente que acaba de fallecer. Una vez en el pueblo la hosca actitud de sus habitantes y las dificultades para solucionar los trámites relacionados con la vieja mansión harán tomar la firme decisión al protagonista de enclaustrarse en la casa hasta investigar cada documento. Sin embargo la misteriosas y en ocasiones aterradoras experiencias de la tétrica morada se combinarán con las no menos sorprendentes muertes de algunos niños en el pueblo.

La trama nos introduce eficazmente en una historia plagada de intriga y de terror para llegar al inicio de un desarrollo en el que conocemos el conflicto que vive un pueblo entero entre una señora muerta y los hijos vivos de los habitantes. ¿Que parece un poco pueril como historia? Pues sí, qué le vamos a hacer, pero el guión no es precisamente lo mejor de la película, por no decir que es precisamente lo peor con creces, ya que llegados a este punto, en el que debería comenzar canónicamente el desarrollo y posterior resolución del conflicto con los personajes, descubrimos que la historia ha dejado de avanzar, y se recurre sistemáticamente a los encuentros del protagonista con apariciones y a la reiterada muerte de niños al mismo tiempo. O lo que es lo mismo, la trama se agota en realidad a mitad de película. Y de hecho existen muchos sinsentidos y contradicciones, como el hecho de que el protagonista que vive los acontecimientos se entera de los mismos mucho después que los espectadores, lo que no ayuda mucho a pensar que estamos ante un héroe inteligente precisamente. Tampoco es que sea el mayor aliciente para quedarse en una casa el hecho de ver a un fantasma tenebroso, por mucho que el personaje tenga miedo a perder el trabajo. En definitiva, un guión no tanto pobre como directamente absurdo.

Daniel Radcliffe.
Sin embargo, el trabajo del director, que tiene el cielo ganado, hace que la película pueda verse bajo tensión casi en todo su metraje, e incluso de vez en cuando deslumbra por las brillantes puestas en escena, que se combinan perfectamente con una dirección artística sencillamente magnífica, que nos retrotrae al buen cine de terror de hace décadas, el de sugerir más que mostrar, el de meter el miedo en el cuerpo con la propia sugestión del espectador. La ambientación victoriana de la mansión no sólo es perfecta sino que hará las delicias de más de un cinéfilo, así como el pueblo elegido, con casas de más de cuatrocientos años que cuadraban perfectamente con los propósitos de la cinta. No obstante la productora es la Hammer, y para los buenos cinéfilos ese nombre de por sí ya debe evocar en la mente más de una ambientación memorable que aquí se repite. Por desgracia el guión se ocupa de cargarse todo este saber hacer abusando reiteradamente de las apariciones, hasta un cúmulo tal que finalmente llegan a anestesiarte sin pena ni gloria. Otra mención aparte para la fotografía, de una calidad sobresaliente. Los juegos en más de un plano entre luces y sombras, la composición y la profundidad de campo son de manual.

La interpretación de Daniel Radcliffe, el eterno niño de Harry Potter, deja sus juegos de varita mágica para adentrarse en terrenos más maduros e iniciar así una carrera artística que consiga hacerse valer como actor. En su papel de abogado desesperado ante unas circunstancias que sobrepasan la razón, el registro más habitual que observamos es el miedo y la incomprensión, bastante eficaz y que deja verse durante toda la película, pero que sin embargo no parece capaz de más cambios emocionales, y por lo tanto el actor tiene cara de susto todo el tiempo, lo que termina hartando un poco.

Lo peor de la película: el guión. Y después el guión. Para terminar con un final digno del guión. Si no fuera porque parece paralizarse a mitad de película no diría lo que voy a decir... malo, malo como la quina (con todos los respetos a la quina). Para más referencias sobre lo que pienso de la quina, perdón, del guión, mirar arriba.



Lo mejor de la película: sin lugar a dudas la dirección artística y las puestas en escena con las que un director tocado por las musas de la Hammer (y no me refiero a las vampiresas de la productora) nos deleita. Y por supuesto sin olvidar la fotografía. Por momentos terror del bueno medido al compás de la sugestión del espectador.

Conclusión: una cinta con luces y sombras. Entre ambas la duda que hemos tenido a la hora de la nota, pero quizá sólo por la ambientación y esas gotas de terror destiladas de algunas puestas en escena y planos sobresalientes merezca la pena verla y obviar el guión.


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